Por Daniela González
Directora Ejecutiva Fundación Cielos de Chile
El pasado 30 de noviembre, un evento sin precedentes iluminó la importancia de proteger los cielos oscuros. La Ruta del Algarrobo apagó sus luces por una hora, permitiendo medir el impacto lumínico y generar conciencia sobre la preservación de este valioso patrimonio científico de las regiones de Atacama y Coquimbo, la razón por la cual concentran a parte de los observatorios más importantes a nivel mundial.
Este apagón fue coordinado por la Comisión por el cuidado de los cielos nocturnos de la Región de Coquimbo, instancia que reúne a diversos actores del sector público así como a científicos, que buscan proteger y conservar los cielos oscuros de la región. Pero su éxito fue el resultado de un trabajo conjunto y coordinado de una serie de personas e instituciones que hicieron posible este evento científico y ciudadano.
Dos equipos científicos se dividieron entre el observatorio Las Campanas y La Silla, y desde la noche anterior, montaron sus equipos para la toma de datos que serviría como línea de base para el apagón del día siguiente. Su estadía fue posible gracias al staff de ambos observatorios, quienes se comprometieron con esta actividad. Al día siguiente -día del apagón- la jornada comenzó con la visita de las autoridades regionales al observatorio Las Campanas, en donde fueron recibidos por Dave Osip y Guillermo Blanc.
Las autoridades regionales de Ciencias, Obras Públicas, Mineria, CORFO y Sernatur, junto con las directoras de la Oficina de la Protección de la Calidad de los Cielos (OPCC) y Fundación Cielos de Chile (FCC) conocieron la historia e hitos de Carnegie y el observatorio en el desarrollo de la ciencia y la astronomía. Luego de recorrer las instalaciones y los telescopios Magallanes, la comitiva se dirigió hacia el observatorio La Silla, en donde sesionó la Comisión, quien posteriormente se dirigió a la ruta para observar el apagón, en donde se congregó la ciudanía para presenciar este evento.
Durante el apagón, que incluyó el cese del tránsito de vehículos, los equipos científicos tomaron nuevamente datos para comparar ambos escenarios respecto a los cambios en el brillo natural del cielo. Los datos recopilados serán procesados, analizados y presentados a la comisión, a lo que se suma los registros gráficos y audiovisuales que complementan el estudio.
Más allá de los resultados obtenidos, la experiencia de suspender una importante fuente de luminosidad artificial permitió observar el creciente número de actividades que se han instalado a los bordes de la carretera y que en muchos casos brindan servicios a ella. La identificación e individualización de estas fuentes es un significativo insumo para el diseño e implementación de estrategias que conlleven hacia una iluminación sustentable.
Para nosotros, como Fundación Cielos de Chile, el aprendizaje más importante de la experiencia de este apagón es la demostración que el cuidado y protección de los cielos oscuros requiere de un trabajo intersectorial y a diferentes escalas territoriales. La articulación y voluntad entre las instituciones públicas, académicas y científicas, sumado a la sociedad civil demuestra ser el camino a seguir para mitigar y reducir un problema complejo y multisistémico como lo es la contaminación lumínica.
Esperamos que más allá de los resultado a obtener de las mediciones realizadas del brillo artificial, este hito en el cuidado de los cielos oscuros sea el punto de partida de un trabajo que defina y adopte medidas concretas que preserven y protejan el importante laboratorio natural que significa para Chile y el mundo nuestro cielos oscuros.